Ante un tribunal, no todos somos iguales. Por mucho que las constituciones
y las leyes lo digan.
Pues aquí no iba a ser diferente. Y en el futbol menos aún.
Solo tenemos que recordar el partido de este pasado miércoles. (Villareal-R.
Madrid) No hace falta hacer más
comentarios.
Incluso, no hace falta ni comparar la justicia de un Tribunal, con la que
ejerce un árbitro, dentro del campo o la de un Comité de Apelación.
Cuando un jugador hace un mal partido, los medios lo contamos, cuando un
jugador hace un mal partido o atraviesa una mala racha lo reconoce. Cuando
jugador realiza una acción antideportiva, en su inmensa mayoría lo reconoce y
se le sanciona.
Que ocurre cuando todo esto lo hace un árbitro. La respuesta la tenemos
todos clara. No pasa nada de nada.
Popular Tebeo Mortadelo y Filemon |
Para los medios que esto suceda de vez en cuando viene bien, se llenan
páginas de los periódicos, minutos en radio y televisión.
Pero quienes perdemos de verdad, con esas actuaciones somos todos, clubs,
seguidores, medios, y aficionados en general al futbol.
No vamos ha hablar de manipulación arbitral, ni de competición adulterada.
Tampoco de una mala noche del árbitro. Porque no ha sido la única de este tipo.
Ni tampoco como suele pasar en la grada, vamos a opinar sobre la familia del
árbitro, que sin duda no tienen nada que ver en estas historias.
Simplemente, daremos nuestra opinión, y es que algunos árbitros, no tienen
la formación, experiencia, serenidad, frialdad, apreciación, y valoración
adecuada de lo que sucede en un partido de futbol.
Hay árbitros que un día no sancionan una falta, que al día siguiente la
tildan de roja. Hay árbitros que sacan tarjeta al jugador agredido.
Hay árbitros muy muy malos. Hay árbitros de opereta y vodevil, hay árbitros
a lo Mortadelo y Filemón.
Árbitros a los que les viene tan grande este trabajo como a mi me habría
venido el otro día, en una entidad sanitaria, me confundieron con un respetado
galeno de la institución que visitaba. Claro a mi no se me ocurrió, coger la
carpeta con los datos del paciente y decirle a la nueva enfermera de planta,
que medicase a ese paciente con tal o
cual sustancia o lo preparase para una operación urgente.
A otros sin embargo, alguien les debió decir que eran árbitros, se lo
creyeron y siguieron la historia para delante.
Por eso desde que me ocurrió, el pasado lunes la anécdota comentada, doy gracias a Dios, por haberme
dado un poquito más de personalidad que a Paradas Romero y también de que a el
lo hayan confundido con un árbitro y no con alguna otra profesión.
Gracias a Dios que no todos somos iguales.
Enrique J. Díaz-Benito S.
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